Una aventura que va más allá del baloncesto
Jueves 1 de mayo, 8:00 de la mañana.
Eran las 8:00 de la mañana cuando el recinto del Fenix Basket Club en Boadilla se llenó de mochilas, camisetas naranjas, madrugones y muchísima ilusión. Familias despidiéndose entre abrazos, jugadores encontrándose entre risas y entrenadores revisando que no faltase nada. A las 8:30 h, el autobús partía con destino a Benidorm, cargado de energía, nervios y canciones.
El Torneo de Marina Baixa Basket Cup estaba organizador por Mhlsports, y es un torneo ya clásico y especial para nuestro Club, ya que llevamos participando de manera ininterrumpida durante los últimos años en su edición del puente de mayo, tanto en sus ediciones de Salou como Benidorm.
El viaje fue tranquilo, con parada cerca de La Roda, música y ambiente festivo. Al llegar al Hotel Grand Luxor a las 15:30 h, la expedición al completo descargó maletas, realizó el check-in, y enseguida accedimos a nuestras habitaciones para instalarnos, cambiarnos y prepararnos. No hubo apenas tiempo para descansar: a las 16:00 h, los primeros autobuses lanzadera ya partían hacia los distintos pabellones —Pabellón L’Illa en Benidorm y Pabellón Pau Gasol en L’Alfàs del Pi— donde los equipos disputarían sus primeros partidos del torneo.
Allí comenzaron los verdaderos momentos Fenix: debutar con la camiseta, mirar al banquillo buscando apoyo, correr con nervios la primera contra, vivir el ambiente de un torneo nacional rodeados de tantos equipos, tantos colores y tanta afición. A pesar del cansancio del viaje, todos salieron a la pista con las pilas cargadas por la emoción y las ganas.
Tras la jornada deportiva, regresamos al hotel para cenar en equipo, compartir impresiones y bromas en el comedor, y prepararnos para la primera gran cita social del torneo: la fiesta de los clubes, una noche pensada para romper el hielo, bailar, reír y empezar a construir los vínculos que definirían todo el viaje.
Viernes 2 de mayo.
El segundo día comenzó temprano, con desayunos desde las 7:15 h en el comedor del hotel. Algunos equipos se preparaban ya para sus primeros partidos del día, mientras otros aprovechaban la mañana para relajarse en la piscina del hotel o disfrutar de un rato en la playa. El sol acompañaba, y el ambiente no podía ser mejor.
Durante todo el día, los distintos equipos del club iban entrando y saliendo del hotel en los autobuses internos hacia los pabellones, según su horario de competición. Hubo partidos muy igualados, canastas celebradas a lo grande y también momentos de frustración que nos enseñan y nos unen. Algunos equipos jugaron dos encuentros en la misma jornada, con muy buen ritmo, ganas de competir y un gran respeto por los rivales.
Pero no todo fue baloncesto. Uno de los grandes valores del torneo es su capacidad para equilibrar la competición con el tiempo de disfrute, y el viernes fue el mejor ejemplo: baños en la piscina, juegos entre compañeros de distintas categorías y hasta amistades que empezaban a consolidarse con equipos de otros clubes. La playa se llenó de camisetas mezcladas, risas compartidas y fotos para el recuerdo.
Por la noche, después de reponer fuerzas en la cena, llegó la esperada fiesta de disfraces. Cada equipo lució su creatividad, con trajes coloridos, coreografías improvisadas, concursos y mucha música. Pero lo más bonito fue ver cómo jugadores de diferentes edades, equipos y clubes bailaban y reían juntos, rompiendo cualquier barrera y mostrando que lo más importante no siempre se mide en puntos o en el marcador.
El viernes cerró con una sensación clara: esto iba mucho más allá del baloncesto. Era compañerismo, aventura y recuerdos que empezaban a quedarse grabados para siempre.


Sábado 3 de mayo.
El sábado fue, sin duda, el día más intenso. Desde primera hora, los equipos se preparaban para una jornada repleta de emociones, con partidos tanto por la mañana como por la tarde. El ritmo de competición aumentaba, los equipos se conocían mejor, y en la pista se notaba: más confianza, más comunicación y más ganas de hacerlo bien.
Algunos encuentros fueron especialmente disputados, y hubo momentos para todo: remontadas, canastas sobre la bocina, abrazos al acabar y aplausos al rival. La grada también se convirtió en una fiesta, con las familias animando a pleno pulmón y los propios jugadores de Fenix haciendo piña para apoyar a sus compañeros cuando no jugaban.
Fuera de la pista, la energía no bajaba. Entre partidos, volvimos a disfrutar de ratos libres en la piscina y la playa, donde el ambiente era inmejorable. Uno de los momentos más bonitos del día lo protagonizaron los equipos Alevín de Fenix y CB Perales, que tras haberse enfrentado en la pista en días anteriores, compartieron , risas y juegos en la arena como si se conocieran de toda la vida. Ese espíritu de hermandad, respeto y alegría fue el verdadero trofeo del día.
Y por la noche… llegó la gran despedida. La fiesta flúor tiñó el hotel de colores brillantes, camisetas luminosas, gafas gigantes y pulseras neón. Pero más allá del color, lo que destacaba era el brillo en los ojos de nuestros jugadores. El cansancio se notaba, sí, pero las ganas de aprovechar cada minuto eran más fuertes. Bailes en grupo, abrazos entre compañeros de distintas categorías, fotos con rivales que ya eran amigos, y un ambiente de pura emoción.
El sábado nos regaló algo muy especial: la certeza de estar viviendo algo que no se olvida.



Domingo 4 de mayo.
El último día amaneció con otro tipo de energía. Cansados pero felices, nuestros equipos afrontaban sus últimos partidos del torneo. Algunos luchaban por subir al podio, otros por cerrar su participación con buen sabor de boca. Pero todos salieron a la pista con una mezcla de emoción y nostalgia: sabían que era el final de una experiencia que no querían que acabara.
Tras los partidos, llegó el momento de las entregas de trofeos. Algunos equipos de Fenix lograron subirse al podio y llevarse el trofeo a casa, pero el mayor premio estaba en las caras, en las fotos, en los abrazos. También fue momento de despedirse de los nuevos amigos, de los compañeros de otros clubes con los que se había compartido mucho más que un balón.
Después de la comida, tocaba hacer maletas, entregar las llaves, subir al autobús y emprender el regreso a casa. Durante el viaje de vuelta a Madrid, el ambiente era distinto al de la ida: más tranquilo, pero también más cómplice. Sonaban canciones suaves, se compartían fotos, se dormía con la cabeza apoyada en el hombro del compañero, y se escuchaban risas bajas que sabían a recuerdo.


GRACIAS! Porque el baloncesto es mucho más que un deporte.
Desde Fenix Basket Club, queremos dar las gracias de corazón a todos los que han hecho posible esta aventura:
- A nuestros jugadores y jugadoras, por su actitud, su alegría, su respeto y su ilusión contagiosa.
- A nuestras familias, por el apoyo constante y la confianza.
- A nuestros entrenadores y entrenadoras, por guiar, cuidar y estar siempre al lado.
- Y a la organización del torneo, por poner el escenario perfecto para que esto suceda.
Porque la Marina Baixa Basket Cup ha sido mucho más que un torneo.
Ha sido una historia compartida.
Un recuerdo imborrable.
Una lección de vida que se escribe con camiseta naranja.
Seguimos creciendo. Seguimos soñando. Seguimos siendo Fenix. 🧡🔥
Consulta las fotos oficial del torneo aquí: